"Cuando comencé a investigar en el Archivo de Salamanca, en 1979 el director controlaba todos los documentos. Si querías fotocopiar algo, con su permiso, te acompañaba uno de los bedeles a una fotocopiadora de la ciudad, porque en el archivo no se podían hacer fotocopias. Así que se sacaban los documentos al exterior, lloviera o nevara, y se le daba una propina al acompañante, condición para seguir con ese procedimiento posteriormente".
Julián Casanova, en un reportaje de Luis Gómez y Natalia Junquera publicado hoy en El País.
Julián Casanova, en un reportaje de Luis Gómez y Natalia Junquera publicado hoy en El País.
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