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sábado, 12 de julio de 2008

El revisionismo neofranquista (3): Moa al descubierto

En otro post, meses atrás, quedó Pío Moa con la palabra en la boca, después de que Enrique Moradiellos le arrojara el guante del debate, en mayo de 2003, en las páginas virtuales de El Catoblepas. ¿Sería Moa capaz de demostrar, con documentos, una de las ideas defendidas en sus obras sobre la GCE, a saber: que la ayuda militar extranjera durante la Guerra fue de cantidad y calidad similar para ambos bandos y que dicha intervención no afectó de manera sustancial al resultado final de la Guerra? Moradiellos le había rebatido esta idea con documentos de archivos de España y del extranjero que apuntaban justo en la dirección contraria y ahí nos quedamos, esperando su respuesta.

Responde Moa, un mes después, en la misma revista digital sosteniendo, en primer lugar, que el asunto de qué bando recibió más y mejor ayuda militar es secundario "en un debate serio en torno a la guerra civil" y que no debería distraer del verdadero asunto a discutir que sería cómo y cuanto influyó la ayuda extranjera a cada bando. Moa se responde enseguida: la ayuda germano-italiana no conllevó ninguna obediencia de Franco a Hitler; en cambio, la ayuda soviética sometió al Frente Popular (que más bien se entregó voluntariamente) a las directrices de Stalin. Los planes del dictador soviético habrían sido la instauración de un satélite bolchevique en España para socavar los regímenes democráticos de Europa occidental.

Por tanto la esperanza de una discusión historiográfica científica en base a fuentes documentales fiables se deshincha desde el primer momento. Dice Moa:
Sostengo que, en términos militares, la intervención se equilibró más o menos. (…) Pero no entraré ahora en ese debate, insisto en que secundario una vez clarificada la primera tesis [la influencia de Stalin]. Admitiré en principio que mi crítico [Moradiellos] pueda tener razón en algunos de los datos parciales que maneja, pero sigo inclinado a creer en un equilibrio básico, incluso con ligera supremacía de los suministros recibidos por las izquierdas.
"Una visión neostalinista de la Guerra Civil", El Catoblepas, 16 (junio 2003).
Moa escapa de una discusión que Moradiellos trataba de acotar metodológicamente: medir la cantidad y calidad de ayuda militar recibida por cada bando y, en base a ello, determinar su influencia sobre el resultado final de la Guerra. Moa, al no poseer fuentes que rebatiesen a Moradiellos liquida la discusión invocando opiniones personales sin más fundamento que su creencia personal, ese "pero sigo inclinado a creer" que viene a decir que su prejuicio es a prueba de toda evidencia en contra. Lo más curioso del asunto es que uno de los eslóganes publicitarios que más ha utilizado Moa para la venta de sus libros es que ha utilizado fuentes de archivos nunca descubiertas o despreciadas por los otros historiadores "marxistas". En este caso, nos privo de ellas.

Unos meses después, Moa lo resume de la siguiente manera:
Creo que Moradiellos puede tener razón en algunas de las críticas que me hace sobre fechas y volumen de la intervención exterior, si bien esos datos siguen sujetos a revisión. Pero, como creo haber demostrado, falla en lo fundamental, es decir, en el carácter cualitativamente distinto de la intervención soviética y de la germano-italiana. Stalin satelizó al Frente Popular, mientras que el apoyo de las potencias fascistas no privó a Franco de su independencia. Este es el punto clave de la intervención exterior (…).
"Errores en Los mitos de la Guerra Civil", Libertad Digital, 9 enero 2004
¿Parece que vaya admitiendo que sí que fuese posible que Franco recibiera más ayuda militar de Hitler y Mussolini con respecto a la que recibió la Republica de la URSS?. En todo caso Moa sigue afirmando que ello sería irrelevante en el desarrollo y desenlace de la Guerra.
Él [Moradiellos] planteó su crítica en torno a las cifras de las intervenciones soviética, alemana e italiana, negando mi aseveración de que fueron más o menos equivalentes, y pretendiendo que la mayor aportación germanoitaliana habría decidido la guerra. Como le indiqué, la cuestión de las cifras, aun si interesante, no es fundamental, y su fuente principal, el libro de Howson, resulta muy poco fiable.
"Los casos de Moradiellos y Viñas", Libertad Digital, 1 enero 2007
Hace tan sólo un par de meses volvió a la carga sobre este asunto (sobre el que debe de alimentar alguna mala conciencia) y firmó su opinión final al respecto:
La cantidad de material y de tropas nunca determina el resultado de una guerra o de una batalla. Han sido frecuentes las guerras ganadas en inferioridad material.
"Un debate pueril", Libertad Digital, 14 marzo 2008.
En resumen:
  1. Primero afirmó que la ayuda militar recibida por el Frente Popular fue de mayor cantidad y calidad que la que recibieron los franquistas. Ello ensalzaría la victoria de Franco, enfrentado a un enemigo superior, y hunde aún más a la República, dilapidadora de las riquezas de España, malgastadora de su ventaja militar.
  2. Más tarde, después de que Moradiellos le hubiese mostrado la prueba contraria que enseñan los archivos, Moa pasa a defenderse argumentando que la supremacía militar no es algo decisivo en el desenlace de una guerra (esta idea no merece mayor comentario que una simple revisión a los resultados de la intervención alemana en la GCE y el significado de la supremacia aerea en la guerra moderna).
En realidad en la idea de Moa se esconde una burda manipulación propagandística, una falacia sin más: quiere hacer creer a su lector que el bando que gana una guerra es el más virtuoso y por tanto es el poseedor de la Razón y el defensor de la Justicia. En el caso de la GCE, para Moa ambos ejércitos simbolizan dos ideas políticas del Estado: el Franquismo es interpretado como un intento honesto de reconstruir el desastre nacional provocado por la República y su revolución estalinista. Al denigrar Moa la capacidad militar del bando republicano y achacar su derrota no a su inferioridad bélica sino a su propia incompetencia, no hace sino simbolizar en su derrota, la justa derrota de la Izquierda como ideología frente a la superioridad natural de la Derecha.

Con respecto a la influencia de Stalin sobre el Frente Popular, Moradiellos replica de nuevo en El Catoblepas (a Moa y a otros habituales de esta revista a los que habrá oportunidad de citar en otro post) que la URSS nunca consiguió imponer sus dictados al gobierno de la República (aunque sí penetrara por completo al PCE y, por ello, a los mandos policiales y militares adscritos al partido) y que su influencia sólo creció significativamente a lo largo de 1938 cuanto más se alejaban las potencias democráticas de la República. Cita para ello a Viñas, Sarda, Martín Aceña o Varela Ortega así como los documentos citados por el historiador norteamericano Ronald Radosh en su obra España traicionada, Barcelona, 2002.

Sin embargo parece esfuerzo vano ya que en la siguiente respuesta Moa, abundando en descalificaciones (burlonamente llama a Moradiellos "el ilustre profesor" y lo acusa de "retórica barroca" y de "divagaciones, nimiedades, justificaciones innecesarias", etc) opone como criterio de autoridad para respaldar sus ideas que "para cualquier persona algo enterada de las circunstancias no puede admitir la menor duda el predominio soviético en España".

Moa, por tanto no está dispuesto a discutir en el terreno de la historiografía basada en fuentes documentales, en información y datos escritos contrastables y discutibles con criterio. Moa pretende llevar siempre la discusión únicamente a los terrenos ambiguos de la discusión política, donde cree poder demostrar la máxima que anima toda su producción bibliográfica: que la Izquierda es una ideología maligna y que la Historia de la 2ª República y la GCE lo demuestra.

Que la política de izquierdas sea una ideología maligna o no, no debería ofuscar el espíritu crítico de ningún historiador que investigue sobre ella. El deber de objetividad debe estar por encima de cualquier prejuicio personal. A no ser que nuestro objetivo no sea escribir historia, sino hacer propaganda.

Del último libro de Alberto Reig Tapia, Revisionismo y Política: Pío Moa revisitado (Madrid, 2008) extraigo esta cita que explica este afán de propaganda entre determinados lectores:
Determinada gente no busca la verdad (verdades) sino a aquel o a aquellos que mejor defiendan sus previas tomas de postura que, naturalmente, jamás "revisan".

viernes, 2 de mayo de 2008

Las efemérides: Historia y manipulación política

"...la historia no es un diálogo con los protagonistas y los hechos del pasado, sino una interminable disputa entre nosotros, los contemporáneos, que toma a los protagonistas y los hechos del pasado como pretexto. Es en esta disputa en la que, de un modo u otro, pretenden interferir las conmemoraciones oficiales, alegando, sin duda, argumentos mejores y peores, pero, sobre todo, poniendo el peso de los medios públicos, además de una asfixiante publicidad que se confunde con la propaganda, al servicio de la celebración del pasado".

Jose María Ridao en "La efeméride permanente", un artículo de opinión publicado hoy en El Pais.
Explicarlo mejor no es imposible, pero sí dificil: pocos políticos de cualquier color y lugar se abstienen de usar la Historia como un objeto manipulable con que vestir sus proyectos ideológicos. Y aún hay menos políticos que fomenten el análisis crítico de las respectivas historias nacionales para formar entre la población ideas básicas como ciudadanía, cooperación, comunidad, paz...

El artículo de Ridao también tiene un recuerdo para aquella frase famosa sobre la Historia y sus repeticiones que hasta Franco aprovechaba en su discursos.

domingo, 20 de abril de 2008

Neutralidad contra objetividad: sobre Salomón y la Guerra Civil

Uno de los relatos más famosos de la Biblia recoge una historia asociada al rey Salomón de Israel. Un día se presentaron ante el Rey dos mujeres peleando por la maternidad de un recién nacido acusándose mutuamente de querer robárselo. Ante la imposibilidad de aclarar nada a partir de dos testimonios contrarios, Salomón manda que corten al niño por la mitad y que den una parte a cada mujer. Una de ellas asiente ante la idea; la otra la rechaza y suplica que den su hijo a la rival antes que verlo muerto. Los sentimientos maternales acaban descubriendo a la verdadera madre y delatan a la mentirosa.

Hoy, en el lenguaje cotidiano, suele llamarse juicio salomónico a una decisión con que se soluciona desde un gran conflicto a una simple discusión de bar repartiendo a partes iguales la razón, las culpas o el beneficio en litigio. Se supone que es de sabios adoptar este tipo de decisiones. Esta interpretación, sin embargo, es una perversión del lenguaje porque aquel primer juicio salomónico no tuvo nada que ver con un reparto equitativo. Olvidamos que Salomón nunca partió al niño por la mitad (aquello era un truco para aclarar la verdad) y que su juicio, al final, repartió justicia y dio a cada cual lo suyo: el niño a la madre y a la farsante el castigo.

Toda esta retahíla viene a cuento acerca del uso de palabras como neutralidad, equidistancia o imparcialidad que en demasiadas ocasiones he visto relacionado con la investigación histórica sobre la Segunda Republica, la Guerra Civil y el franquismo. Sobre este tema existen controversias tan dispares y tan encendidas (echad un vistazo a las paginas de discusión en la Wikipedia sobre la Segunda Republica, la Guerra Civil o el franquismo) que para tratar de aclarar los punto de vista, las opiniones, la versiones, algunos reclaman historias e historiadores neutrales con opiniones imparciales.

La neutralidad, en si misma, no es un valor ni positivo ni negativo. Ante un enfrentamiento entre partes podemos declararnos neutrales o imparciales (como hicieron las potencias democráticas europeas ante la Guerra Civil) a pesar de que estemos de acuerdo o comprendamos más o menos los argumentos de alguna de ellas. La neutralidad se consigue muy fácilmente: tan sólo hay que situarse en el centro de dos o más argumentos y decir "tanto para éste, tanto para ese otro y tanto para aquel". O nada para ninguno. No es preciso enjuiciar lo que cada uno defiende, tan sólo dividirse.

Los análisis históricos neutrales equidistantes nos obligarían a declarar, por ejemplo, que Hitler fue un dictador pero no un megalómano sanguinario y racista, que las depuraciones y destierros de Stalin no fueron tan graves como se cuentan, o que los israelíes y los palestinos son culpables al cincuenta por ciento de todo lo que pasa en Oriente Medio. No se debe escribir una historia neutral de la Guerra Civil de la misma manera que no se debe escribir una historia neutral de nada (otra cosa es que se haga).

¿Es objetividad, entonces, lo que se reclama?

La objetividad es mucho más complicada que la neutralidad, que la imparcialidad o que la equidistancia. En primer lugar porque es un valor peligrosamente cercano a abstracciones tales como "justicia" y "verdad", siempre abiertas a interpretaciones y manipulaciones nada objetivas. En Historia, la objetividad no es un valor absoluto. Tan sólo existe como una idea de perfección a la que los historiadores tratan de aproximarse cumpliendo el deber de acceder a las fuentes históricas disponibles (los archivos) respetando el método científico.

Sin embargo, algunos pseudos-historiadores poseen un criterio inspirador mucho más elevado que la objetividad rigurosa: la búsqueda directa de la "verdad". Así, a secas. Debieran saber que esa verdad histórica que defienden sólo está al alcance de los iluminados sectarios y que la verdadera historia se nutre únicamente de teorías científicas en torno a hechos comprobables que pueden discutirse una y otra vez pero a la luz de nuevas investigaciones sobre más hechos comprobables. Un historiador no puede invocar la búsqueda de ninguna verdad definitiva como objetivo de sus investigaciones. Para eso ya tenemos la filosofía….

En realidad estos pseudos-historiadores buscan manipular la Historia como medio para defender la superioridad de sus propias ideas. El fin (defender su ideología) justifica los medios. Nunca investigarán aquellos episodios históricos cuyo conocimiento debiliten su ideología. Y si lo hicieran los justificarían mencionando (como suelen) el contexto histórico. Por contra, el verdadero historiador se dedica tan sólo a explicar hechos históricos, pero no a justificarlos: no es ese su trabajo.

Los terrenos más movedizos de la Historia comienzan en el momento en que el historiador deja de ser un notario de acontecimientos y comienza a juzgarlos a interpretarlos, como también es su deber, para explicar sus causas, sus consecuencias y sus significados. En el caso de la Guerra Civil, la complicada pero necesaria delimitación de responsabilidades históricas es el terreno abonado para que estos pseudo-historiadores siembren la discordia y la crispación social vinculando continuamente el presente y el pasado. Identificar a la izquierda revolucionaria y a la ultraderecha golpista de los años treinta con la derecha o la izquierda actuales es completamente absurdo. Y publicar libros sobre la España de los años treinta con el único objetivo de desligitimar una ideología política en 2008 no es Historia. Es propaganda.

Salomón habría sabido distinguir.

domingo, 2 de marzo de 2008

El revisionismo neofranquista (2): cómo funciona

En el fondo del debate sobre el revisionismo neofranquista es preciso distinguir previamente a qué nos estamos refiriendo:

En principio, el revisionismo histórico es una técnica académica legítima que reinterpreta una teoría historiográfica establecida ya que han aparecido nuevas fuentes documentales que permiten un mejor análisis. La Historia es una ciencia social que construye sus teorías de forma acumulativa (según la cantidad de datos) pero también cualitativa (objetividad de sus teorías). Es decir no hay nada malo (de hecho es una ejercicio muy sano) en renovar nuestra visión de los hechos pasados (que cambian según cambia nuestra civilización) siempre, claro está, que lo hagamos de acuerdo con el método científico.

Existe en cambio otro tipo de revisionismo propagandistico y pseudo-histórico que rehuye los usos científicos de la Historia con un claro interés político: dar una interpretación del presente en base al pasado. Así, por ejemplo, la izquierda política en la España actual es antisistema, anti-Estado, antidemocrática, anti-etc. como ya se habría demostrado, según los revisionistas, durante los años de la Segunda República. Se trata de una forma de propaganda que trata de justificar sus afirmaciones entroncándolas en un pasado manipulado. Es una forma de búsqueda de "respetabilidad". El ejemplos extremo del revisionismo es el negacionismo neonazi.

En otro post ya he dado unos cuantos datos sobre la figura del principal valedor (al menos el más mediático) del revisionismo neofranquista, Pío Moa, y sobre el origen de esta corriente pseudo-histórica.

Mejor que veamos lo anterior con un ejemplo: una discusión que mantuvieron en Internet de un lado Enrique Moradiellos y del otro, el propio Pío Moa apoyado por Antonio Sánchez Martínez, José Manuel Rodríguez Pardo e Íñigo Ongay de Felipe, todos colaboradores asiduos de El Catoblepas la revista electrónica de la asociación Nódulo Materialista a la que está ligado el filósofo Gustavo Bueno y varios profesores de la Universidad de Oviedo. Gustavo Bueno es una figura muy controvertida por sus recientes obras , España no es un mito y Zapatero y el pensamiento Alicia (de nuevo, pasado y presente) y sus declaraciones radicales sobre el actual gobierno socialista o el nacionalismo en España, reproducidas y apoyadas incluso por la extrema derecha.

Sobre la adscripción política de la revista El Catoblepas, la verdad es que es un tema controvertido porque sus editores se definen como "materialistas", aunque como siempre, dime con quien andas...

Moa ha declarado repetidamente que el mundo universitario le excluye de sus debates por contradecir la corriente historiográfica predominante controlada por profesores ideologizados a la izquierda y por tanto, subjetivos.

Enrique Moradiellos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura le responde acudiendo al trapo. Entre mayo de 2003 y febrero de 2004 cruza una serie de artículos acerca de una cuestión historiográfica particular: la intervención de potencias extranjeras en apoyo a uno u otro de los bandos contendientes en la GCE y su efecto sobre el curso y desenlace final.

Moa había planteado este tema en su libro Los mitos de la Guerra Civil en los siguientes términos: 1) que la ayuda fue de cantidad y calidad similar para ambos bandos; 2) que fue la URSS la que rompió la política de no-intervencionismo de las potencias europeas; 3) que el objetivo final de la ayuda estalinista era la instauración de satélite en España que acelerara las caídas de los regímenes democráticos de Europa occidental y 4) que dicha intervención no afectó de manera sustancial el resultado final de la Guerra.

Moradiellos rebate en un primer artículo todas estas teorías en base a la documentación ya estudiada (citando sus obras) por Jackson, Coverdale, Proctor, Avilés, Pike, Viñas, Saz, Howson, Preston, Abendroth, Graham, Radosh, Whealey, Haslam, Oliveira, Stone, Madariaga, García Cruz, Carr, Fusi, Bizcarrondo, Elorza, etc. esta sdocumentación está disponible para la consulta en los archivos del Foreign Office británico, del Departamento de Estado estadounidense, del Archivo Político del Ministerio de Negocios Extranjeros (Berlín), los Archivos Militares de Friburgo, el Archivo Secreto del Estado (Berlín); el Archivio Centrale dello Stato (incluye la Segreteria Particolare del Duce) y el Archivio Storico del Ministero degli Affari Esteri (incluye el «Ufficio Spagna» que dirigía la intervención italiana en España) ambos en Roma; del Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia (París), de los archivos militares franceses (Tolouse y París), de los archivos departamentales fronterizos con España y de los archivos de las compañías aeronáuticas francesas.

Toda esta documentación estudiada y ya publicada, viene a demostrar justo lo contrario de lo afirmado por Moa: que el Eje llevó la iniciativa en la intervención, que los objetivos de la intervención soviética eran contemporizadores (detener el avance del fascismo) y que la mayor ayuda militar alemana e italiana confirió una aplastante superioridad aérea al bando franquista lo que determinará finalmente el curso de las operaciones militares.

Llegados a este punto podemos pensar que íbamos a tener un debate de altura, con Moa replicando con nuevos datos y cifras provenientes de documento inéditos. Pues no.

Pero su respuesta y otras cosas más ya las veremos en un siguiente post.

sábado, 9 de febrero de 2008

El revisionismo neofranquista: guía de uso (1): Pío Moa

Creo recordar que en España, allá por los años ochenta, consolidada mejor o peor la Transición y aún lejanos los ochos años (1996-2004) de Gobierno de Jose María Aznar, en que discutir sobre la 2ªR y la GCE era, al menos en la Universidad, un ejercicio de relativa unanimidad. Desterrados los argumentos de la propaganda franquista, la Segunda República dejaba de ser un caos anárquico de robos, muerte y violaciones y se convertía en una oportunidad de progreso perdida; el “Movimiento” de regeneración nacional iniciado en julio de 1936 pasaba a considerarse un golpe de Estado de libro y la Guerra Civil ya no se decidía por intervención divina, como buena cruzada, sino por el abandono de las democracias europeas frente a la alianza de Hitler, Mussolini y Franco. Sinceramente, no parecía haber nada de extraordinario en ello. Toda dictadura construye mitologias heroicas de lucha y resistencia por diversos motivos y creérselas tal como se suministran requiere sectarismo e ignorancia a partes iguales.

Hoy, en cambio, en cualquier discusión de café en la que alguien abogue por la 2ªR acabará topando con la opinión de otro que le discutirá casi todo al respecto: empezando por la legitimidad o no de la República, pondrá en duda la democracia real del periodo, mencionará unos cuantos golpes de estado izquierdistas perpetrados en España antes del 36, rebatirá que las Brigadas Internacionales fueran voluntarias y, finalmente, ponderará si los cuarenta años de dictadura no fueron un mal necesario antes que un mal mayor: una dictadura estalinista. Quizás hasta citen a Indalecio Prieto para confirmar sus teorías.

Hemos topado con un adepto del revisionismo histórico neofranquista.

¿Y que es esto?

PIO MOA

Para situar los antecedentes personales de Moa es muy útil el esfuerzo de neutralidad que realiza el articulo publicado en la Wikipedia. No dejéis de leer la discusión que genera el artículo y sacad vuestra propias conclusiones.

Moa comienza a ser conocido por el gran público a raíz de la publicación de su libro Los mitos de la Guerra Civil, resumen divulgativo de hipótesis que ya habría desarrollado en otras obras anteriores. El 19 de febrero de 2003 Moa es entrevistado en el programa dirigido por Carlos Dávila "El tercer grado", provocando un fuerte controversia dentro del Consejo de Administración de TVE. Su aparición y los argumentos que empleará serán muy criticados por Javier Tusell en un artículo publicado en El País tres días después titulado "Bochornosa TVE". Tusell resume las polémicas opiniones de Moa:
Ni por lo más remoto es un profesional de la historia; ha leído libros pero lo esencial en Los mitos de la Guerra Civil es una interpretación sistemática en contra de la izquierda y a favor de la extrema derecha adobada con gotas de extravagancia. Hoy, entre los historiadores existe un consenso generalizado. Nadie lo escribiría de igual modo pero todos estamos de acuerdo en que fueron inaceptables todas las sublevaciones contra la República, que la Guerra Civil fue un gran desastre colectivo o que Franco supuso no sólo represión cruel sino retraso en el desarrollo. Llega este amateur y nos informa de que de toda la violencia española del siglo XX fue culpable exclusiva la izquierda, que la libertad idílica de la Restauración fue destruida por socialistas y nacionalistas, que Prieto fue el asesino de Calvo Sotelo y que la represión de la posguerra no fue para tanto.

Lo peor es lo que se nos dice al final de su libro, que transcribo literalmente: "La victoria de Franco salvó a España... su régimen la liberó de la Segunda Guerra Mundial, modernizó la sociedad y asentó las condiciones de una democracia estable".
En cambio, la fama de Moa no hacía más que crecer. Consigue atraer la atención de la opinión publica y en agosto de 2003 el propio presidente Aznar afirmaba que Los mitos de la Guerra Civil, sería una de sus lecturas escogidas para el verano. Este dato revela un cierto deseo del PP de legitimar, de apoyar, las afirmaciones de Moa que, por aquella época, ya se había convertido en un adalid del sector mediatico ultraconservador encabezado por Federico Jiménez Losantos. Por otra parte, esto mismo convertirá a Moa en objeto de insulto de la extrema izquierda. Echad un vistazo al tumulto que se organizó durante un conferencia suya en la Universidad Carlos III de Madrid el 24 de mayo de 2005.



Uno de los más encendidos historiadores anti-revisionistas Alberto Reig Tapia publica en 2006 un libro contra esta corrriente que titulará precisamente Anti-Moa (aquí una nota suya de 2003 en Historia a Debate).

Ante la virulencia de las opiniones a favor y en contra el lector puede sentirse perdido sobre qué pensar. Sin duda la mejor manera de no tener que repetir las opiniosnes de otros es leerse directamente los libros citados y punto. Pero me voy a atrever a dar una pista identificativa...

A mi modo de ver una método útil para medir la capacidad de un historiador de analizar, comprender y transmitir una teoría sobre el pasado, es conocer su capacidad de analizar el presente. En cierta forma toda historia ha sido en algún momento contemporánea... Y siempre da gusto leer a Paul Kennedy opinando sobre el ¿Porque no te callas? o a Eric Hobsbawm sobre la deriva actual del sueño imperial norteamericano.

Así, con respecto a Moa, puede ser útil conocer sus opiniones sobre la nuevos derechos para los homosexuales en España, lo que él llama "sexualidad tarada"; sobre la reforma de los estatutos de autonomía, lo que define como "balcanización de España", o por ejemplo un párrafo que os copio legitimando la violencia contra el actual gobierno socialista.
¿Pasar a la violencia, entonces? Cuando el gobierno rompe las reglas del juego, cuando no solo legaliza el asesinato como forma de hacer política, sino que lo premia ofreciendo a los asesinos la liquidación de la Constitución y del estado de derecho, obviamente abre paso a la violencia y se priva de cualquier autoridad moral para condenar la que pudiera ejercerse contra él.

En fin, como este es un tema largo de contar, en otros post seguiremos hablando de este y otros revisionistas (Cesar Vidal, Jose María Marco, etc.), del mentor de todos ellos (Ricardo de la Cierva) y de como funcionan sus técnicas.

lunes, 4 de febrero de 2008

Sobre este blog.

Las razones.
Pocos temas de la Historia de España, lejana o cercana, nos interesan tanto como el de la Guerra Civil de 1936 a 1939, así como sus antecedentes (la Segunda República) y sus consecuencias (la Dictadura franquista).

Las razones de ese interés es renovado periódicamente con la publicación de libros y la celebración de debates y actos públicos que discuten, a veces apasionadamente, las causas y culpabilidades de la Guerra o los significados del Franquismo. Algunas opiniones pretenden abusivamente identificar aquel pasado con nuestro presente sin considerar que las circunstancias políticas, económicas y sociales que marcaron aquellos momentos son distintas por completo a las actuales.

El objetivo principal de este blog es difundir la existencia de determinadas fuentes primarias, es decir, señalar donde se encuentran y pueden consultarse los documentos originales (escritos, gráficos, audiovisuales, etc.) producidos en aquellos mismos momentos y que hoy son nuestros mejor apoyo para reconstruir la historia del periodo.

Conseguir sistematizar esta información significaría una tarea tan ardua que implicaría años de trabajo de un equipo especializado de historiadores. Como no dispongo de tales medios sino de mis limitados conocimientos he decidido, desde el principio, tomarme este blog como un hobby al que procuraré dedicar el tiempo imprescindible para mantenerlo vivo, pero seguro que no todo el esfuerzo que merece. Todas las contribuciones serán bienvenidas.

Las empatías.
Este blog declara abierta y respectivamente su simpatía y su antipatía por dos fenómenos sociales mas relacionados de lo que a primera vista podría creerse (por aquello de acción-reaccion): la Memoria Histórica y el revisionismo histórico pro-franquista.

Como sabréis, el debate público más reciente sobre la GCE se centra en la necesidad o no de reparar el recuerdo de las víctimas de aquella Guerra y de la Dictadura. En ese sentido el Parlamento acaba de aprobar la Ley por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, más conocida popularmente como “Ley de la Memoria Histórica” en su exposición de motivos declara que “es la hora, de que la democracia española, y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella, honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos, por unos u otros motivos políticos o ideológicos, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia".

Memoria e Historia no son conceptos sinónimos. La memoria colectiva de una sociedad se asocia a los valores que la cohesionan basándose en vivencias colectivas pasadas. La Historia, como ciencia, es el esfuerzo científico por conocer e interpretar ese mismo pasado con la mayor objetividad posible. Con este blog trataré de acercar algunos datos a los interesados por si alguno se animara a conocer sobre el tema no sólo según le cuentan los libros de Preston, Thomas, Tusell, Lara, Moradiellos, Payne, Cortazar, Villar, Salas, Reig, etc., etc. y quisiera, él mismo, acercarse a los archivos y construir a su manera un poco de nuestra memoria colectiva e incluso, si las fuerzas le acompañan y su metodología de estudio es solvente, a escribir Historia.

A este blog, en cambio no le resultan simpáticas aquella otra opiniones que tratan de ponerse por escrito simulando ser investigaciones históricas rigurosas, muy extremistas en sus principios, cargadas de prejuicios sectarios y muy fáciles de reconocer porque siempre acaban identificando el pasado y el presente con afán revanchista.

Todo este "revisonismo" del que tendremos tiempo suficiente de hablar se combate precisamente con el estudio de las fuentes primarias, no sólo de uno, dos o tres documentos sueltos sino de series enteras, de archivos y colecciones documentales completas para reconstruir los hechos con esquemas científicos.

El verdadero historiador, debe de huir de este tipo de mixtificaciones y reinterpretaciones fantasiosas, cargadas de prejuicios, que no sirven para comprender el pasado sino para odiar al otro en el presente y repetir una y otra vez, los errores de nuestros padres.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Comenzando por la Wikipedia

El uso de la Wikipedia es un paso recomendable para el principiante en el estudio de la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo, así como en el conocimiento de biografías de personajes destacados de los tres periodos.

Las técnicas de publicación y revisión de contenidos de estos artículos son razonablemente objetivas y confiables por lo que pueden darnos una primera aproximación a los temas de investigación actualmente abiertos y explicarnos las discusiones que las diversas tendencias historiográficas mantienen sobre ellos. En particular en el apartado "discusión" que acompaña a todos estos artículos se mantienen en ocasiones virulentas diatribas que suelen acabar con el recurso, más o menos velado, a la descalificación personal.

El significado de la Guerra Civil, la Segunda República y el Franquismo sigue siendo un motivo de enfrentamiento para una gran parte de la sociedad española.

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