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domingo, 27 de enero de 2008

El Archivo General de la Guerra Civil (3): los fondos de la Delegación Nacional de Servicios Documentales


Utilizando la información disponible en la página del AGGCE y la obra La guerra civil española: fuentes (archivos, bibliografía y filmografía) de Juan García Durán (de uso y consulta obligada para todo aquel que se interese por el estudio de la GCE) he montado la siguiente explicación.

Todos los fondos documentales que conserva el AGGCE son libremente consultables por españoles o extranjeros sin ningún tipo de condición previo. El Ministerio de Cultura eliminó la obligatoriedad de poseer una Tarjeta Nacional de Investigador (TNI) con el Real Decreto 1.266/2006. Si entendemos que un "fondo" documental equivale al Archivo producido por una institución singular, hallaremos dos fondos originarios (el de la Delegación Nacional de Servicios Documentales y el del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo) y varios fondos más adquirido por el AGGCE despues de su creación en 1999.

Comencemos por el:

Fondo producido por la Delegación Nacional de Servicios Documentales (más tarde, Servicios Documentales de Presidencia de Gobierno)


Se le conoce por Sección Político-Social y contienen la documentación incautada a instituciones (de gobierno, legislativas, judiciales), asociaciones, empresas y personas del bando republicano para su utilización en la represión posterior: partidos, políticos, ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autonómicos y demás organismos públicos en zona enemiga (incluidos ministerios republicanos), unidades militares y archivos personales.

Procedentes de todos estos lugares llegaron igualmente unos 30.000 libros y folletos (incluyendo duplicados) así como publicaciones periódicas del bando republicano (400 títulos aproximadamente). La temática es política, sobre sindicalismo, ideologías, historia, literatura, publicaciones oficiales, etc.

En su momento se agruparon, más o menos, por la procedencia geográfica de la documentación; en realidad, por los lugares donde se encontraba el organismo, institución o persona incautada desde julio de 1937 (desde la caida del norte republicano). Así encontramos: Alicante, Aragón, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Cartagena, Castellón, Extremadura, Gijón, Jaén, Lérida, Madrid, Santander, Valencia y Vinaroz.

Pero dependiendo del organismo es más que posible encontrar, sobre todo en los casos de "Madrid" o "Barcelona", documentación referente a toda España por tratarse de instituciones de ámbito nacional o por haberse trasladado a ellas documentación de otra provincias a causa de los cambios en el frente de guerra (por ejemplo, en "Barcelona" se encuentra documentación del Gobierno Vasco).

Copiando a García Durán:
"Es curioso que de la zona que los rebeldes dominaron en los primeros meses de la guerra, apenas se encuentra documentación. Esto se debe a varias causas: 1. No tenían interés alguno en dejar trazas de los condenados o «desaparecidos». 2. Los papeles, actas de sindicatos o partidos políticos, libros y demás documentación eran, en general, quemados en las grandes plazas al canto del Cara al sol, a semejanza de los nazis. 3. La policía, Guardia Civil, Falange y los tribunales militares consideraron de su propiedad las fichas, expedientes, denuncias, procesos y sentencias militares" [esta documentación se conserva hoy en archivos militares].
Además, en este mismo fondo hay dos agrupaciones temáticas mas:
  • Prensa y Propaganda: carteles (más de dos mil), tarjetas postales, calendarios, hojas de propaganda, banderas, folletos y publicaciones periódicas del bando republicano.
  • Serie Militar: expedientes personales, carnés, hojas de revista, listados de hospitalizados, etc.
La documentación administrativa producida por la Delegación Nacional de Servicios Documentales y sus precedentes entre 1937 y 1977 se halla en la sección Servicios Generales: disposiciones legales, reglamentos, correspondencia, expedientes personales, nombramientos, cuentas, informes, planes de trabajo, etc.

La Delegación creó un fichero de más de tres millones de fichas que contienen las referencias a personas citadas en la documentación (militares republicanos y presos políticos, básicamente) cuyo objetivo era «suministrar al Estado información referente a la actuación de sus enemigos».

Un repaso a todo lo anterior en el cuadro del clasificación del AGGCE.

(continuará)...

domingo, 23 de diciembre de 2007

El Archivo General de la Guerra Civil (2): la polémica de los "papeles"

En el post anterior hemos recordado los antecedentes históricos que preceden la creación del AGGCE en 1999. Como hemos visto, en 1979 el Archivo se había abierto a la consulta pública como una sección más del Archivo Histórico Nacional a la que se llamó "Guerra Civil". Sin embargo no se traslada a Madrid ya que el Archivo Histórico Nacional estaba saturado desde hacía años y no disponía de espacio para albergarlo. Se mantiene por tanto en las dependencias de la antigua Delegación Nacional de Servicios Documentales, en Salamanca, en la calle Gibraltar (hoy, calle del Expolio).

Al mismo tiempo, desde los primeros años de la Democracia comienzan a plantearse reclamaciones desde la Generalitat de Cataluña que desea la devolución de la documentación incautada por las tropas franquistas en 1939. Se trataría de documentación pública y privada catalana entre la que se encontraría documentación producidas por la Generalitat (507 legajos que incluyen, entre otros, los expedientes sobre la aprobación del Estatuto de Cataluña de 1932) pero también por municipios, partidos políticos, sindicatos, logias masónicas y simples particulares.

Tras la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña en 1979 y la reinstauración de la Generalitat como gobierno autonómico, la integración de sus documentos de la etapa republicana tomaba sentido como parte de su archivo histórico. De la misma manera, la creación en 1980 del Archivo Nacional de Cataluña, favorecía el retorno del resto de archivos públicos o privados conservados en Salamanca que podrían engrosar su sección documental contemporánea. Desde un primer momentos se discutió la legitimidad del estado franquista para crear un archivo a partir de un conflicto bélico y como parte de su política represora. La UNESCO declararía en 1991 que aquellos legítimos propietarios de documentos que hubiesen sido objeto de expolio o sustracción indebida a causa de un conflicto bélico tenian derecho a exigir su restitución (Resolución 46/10 de la Asamblea General de la ONU de 1991).

Fuera por esto último o por la más prosaica necesidad que en 1995 tenía el PSOE del apoyo de CiU en el Congreso, el último gobierno socialista de Felipe González (con Carmen Alborch como ministra de Cultura) decide el traslado de esta documentación a la Generalitat. El Partido Popular denuncia el hecho como una cesión injustificable del Estado a las pretensiones nacionalistas. Finalmente un amplio sector de la ciudadanía salmantina (incluidos miembros del PSOE local como el alcalde socialista o el futuro ministro de Administraciones Públicas, Jesús Caldera) se opone al traslado y logra paralizarlo.

Entre 1996 y 2004, los años de gobierno del PP se detiene cualquier proyecto de traslado. Para rechazar la devolución se invoca un sedicente "principio técnico" que no encontraremos en ningún manual de archivística ni española ni extranjera: el de la "Unidad de Archivo". No quisiera aburriros con disquisiciones terminológicas, pero si es conveniente precisar que se ha tratado de confundir ese principio con otro que sí existe en archivística: el principio del respeto de procedencia de los documentos tal como fueron producidos. Es decir, cuando una institución, organismo, asociación, etc. emite (o recibe) una serie de documentos en ejercicio (y testimonio) de las funciones que desempeña, a esta documentación se le llama "fondo" y su integridad debe ser respetada. Por tanto, resulta complicado determinar la integridad del fondo de un archivo cuando este se constituye de muchos otros fondos incautados, porque la función de ese organismo era, precisamente, incautar fondos de archivo.

Como hemos visto en el anterior post, los documentos "fundacionales" del AGGCE provienen de la requisa efectuada por las tropas franquistas durante su avance y que eran enviados a la oficinas de la Delegación Nacional de Servicios Documentales para su análisis. En este sentido el verdadero fondo creado por la Delegación fueron las fichas personales donde se registraba y extractaba los datos extraidos de esos documentos incautados para probar sus actividades. Sólo en algunos casos los funcionarios formaron expedientes personales extrayendo documentos de unos y otros fondos incautados, rompiendo -claro está- la integridad originaria de estos.

Aznar había decidido zanjar el asunto. Al principio de la primera legislatura popular el Presidente del Gobierno declaraba revisar personalmente las decisiones ministeriales relacionadas con la Cultura (lo que la ministra de Educación y Cultura Esperanza Aguirre denominó el "plan Aznar para la Cultura").

En primer lugar elevará la categoría del archivo desligándolo del Archivo Histórico Nacional y convirtiéndolo en un Archivo General del Estado. Por real decreto 426/1999, de 12 de marzo, se crea el Archivo General de la Guerra Civil Española (AGGCE) disponiendo que serán sus "fines y funciones las de reunir, conservar y disponer sus fondos documentales para investigación, cultura e información". Se trata, por tanto, una institución destinada a "recoger" y no a "entregar": a partir de entonces, el Gobierno tachará las reclamaciones catalanas de revanchistas, propias de quien no acepta que la Guerra Civil es tan sólo un hecho histórico superado.

En segundo lugar, para rechazar de una vez y para siempre el traslado de los documentos en litigio, el Gobierno del PP se remitirá a un informe realizado a una comisión de expertos escogida por el Patronato del AGGCE, el órgano rector de la Institución. Será el Patronato, presidido por la ministra de Educación, Cultura y Deporte, Pilar del Castillo, el que finalmente deniegue en julio de 2002 el traslado de documentos a Cataluña.

En estos años, la cuestión de los "papeles de Salamanca", como ya se le conoce por toda la opinión pública, se habrá convertido en una argumento mayor de la política nacional. La ciudadanía catalana reclamará mayoritariamente la devolución organizando sus protestas en torno a asociaciones como la Comissió de la Dignitat, creada en 2002.

Tras la victoria socialista en las elecciones de 2004, Rodríguez Zapatero priorizará, en cambio, la devolución. Inmediatamente la polémica se dispara, como en 1995. El Ayuntamiento de Salamanca, ahora gobernado por los populares, vuelve a invocar el principio de unidad de archivo. El fondo del asunto tiene una marcada intencionalidad política ligada a la coyuntura nacional del momento y a los argumentos elegidos por la oposición del PP para atacar al Gobierno del PSOE. Se organizan manifestaciones en Salamanca que identifican la invocada unidad del archivo con la unidad de España mientras que su disgregación simbolizaría la cesión de un débil gobierno central a las pretensiones separatistas del nacionalismo catalán.

Decía Javier Tusell en un artículo publicado en El País el 9 de enero de 2005, ilustrando sobre la principal limitación del Archivo de la Guerra Civil :

En definitiva, la paradójica situación de los papeles de la Guerra Civil es que existe un archivo que por su nombre parece contenerlos y no es así, sino que corresponde a una entidad de muy modesta significación. La información acerca del conflicto fratricida está muy dispersa y podría estarlo menos en beneficio de los intereses culturales. Pero parece que preferimos, en vez de eso, embebernos en un conflicto irresoluble entre identidades nacionales.

CQC dio su versión cómica del conflicto a pie de calle que, las más de las veces, tomaba tintes grotescos (el alcalde, Julian Lanzarote, cambió el nombre de la calle Gibraltar, donde se encuentra el AGGCE, por el de calle "del Expolio").



Como ya hiciera el PP en 2002, el Gobierno del PSOE crea otra comisión de expertos que esta vez argumentará en sentido favorable a la devolución. Finalmente, el Parlamento aprueba la Ley 21/2005, de 17 de noviembre, que restituye a la Generalitat los documentos incautados.

A través de la misma Ley el Gobierno crea el Centro Documental de la Memoria Histórica (CDMH) que absorbe al AGGCE. Se eleva de nuevo la importancia de la Institución, convirtiéndose en la mayor centro de estudios dedicado hasta el momento a la investigacion histórica sobre la Guerra Civil, el franquismo, el exilio y la transición. Habrá que esperar a los los próximos años para comprobar si está alcanzando tan ambiciosos objetivos.

En la práctica el CDMH pretende constituirse como un centro de documentación (antes que como un simple archivo) donde el investigador dispondrá de la parte más importante (originales o copias) de las fuentes documentales, bibliográficas o audiovisuales existentes en España y en el extranjero sobre la Guerra Civil y sus consecunecias demostrando con hechos que lo importante no es donde se guarden los documentos originales sino la mayor o menor facilidad que tenga el ciudadano para acceder a la información que contienen.

Perdonad por extenderme demasiado tratando de explicar a mi gusto este asunto. Bien estará si sirve para que la ciudadanía conozca la existencia de los archivos y de la conexión que les une a ellos para construir su memoria colectiva. En el último post dedicado al AGGCE hablaremos de lo realmente importante: los fondos documentales que pueden consultarse en él.

sábado, 8 de diciembre de 2007

El Archivo General de la Guerra Civil Española (1): Antecedentes


EL AGGCE (Salamanca) es el menos voluminoso de los Archivos Estatales y también el de más reciente creación. En este post repasaremos su historia, que comienza durante la propia Guerra:

Cuando el ejército franquista tomaba una localidad procedía a requisar/capturar/robar (aquí el verbo de vuestra elección) los archivos de los partidos políticos de izquierda, de sindicatos y de cualquier organización o institución pública considerada opuesta a su bando para obtener información útil para la posterior represión de la disidencia política. Igualmente ocurría con los archivos personales de particulares.

Jurídicamente esto se articuló así: por Orden de 29 de mayo de 1937 se creó la Delegación Nacional de Asuntos Especiales para esclarecer las actividades de las organizaciones secretas, cuya documentación debía recogerse para "conocer, desenmascarar y sancionar a los enemigos de la Patria". En resumen, para recoger la documentación relacionada con la masonería, que fue ilegalizada al principio de la Guerra. Por Decreto de 26 de abril de 1938 se crea también la Delegación del Estado para Recuperación de Documentos (imágenes tif: 1 y 2), dependiente del Ministerio del Interior. Ambas Delegaciones acabarán fusionándose y pasarán a depender en 1944 de la Presidencia del Gobierno con el nombre de Delegación Nacional de Servicios Documentales, estableciéndose en Salamanca. Por Decreto del 21 de febrero de 1958 (imagen tif: 1) se integrará definitivamente en la Dirección General de Seguridad.

La Delegación, con sus sucesivos nombres, era el principal organismo del Estado para obtener la información (antecedentes judiciales) de los sumarios que instruiría el "Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo" creado en 1940 (imagen tif: 1).

El método de trabajo era sencillo pero arduo. Más de una decena de personas (guardias civiles) leyendo miles de documentos y subrayando los nombres de aquellos que más se significaban por su actividad política o sindical. Los datos se pasaban a una ficha donde se anotaba el documento de referencia y el motivo de su cita. La ficha pasaba a un fichero ordenado alfabéticamente de donde se sacaba una y otra vez para añadir sucesivas referencias

Este fichero de más de tres millones de fichas era utilizada por la Delegación para facilitar informes a las diferentes organismos de la represión franquista especialmente el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Se trata por tanto de un archivo militar y policial con abundante información sobre militares republicanos y presos políticos cuyo objetivo era «suministrar al Estado información referente a la actuación de sus enemigos».

Tras la muerte de Franco y la llegada de la Democracia, por Real Decreto 2.761/1977 de 28 de octubre, desaparece la Delegación Nacional de Servicios Documentales cuyo archivo pasará a depender del Ministerio de Cultura (antiguo Ministerio de Información y Turismo). En 1979 todos sus fondos documentales (los requisados y los propios), ya abiertos a la consulta pública, se integran en Archivo Histórico Nacional como una sección: "Guerra Civil".

En el siguiente post hablaremos de la Creación del AGGCE como tal y de la polémica sobre los "papeles" que lo han rodeado hasta la creación del Centro Documental de la Memoria Histórica.

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